Terrible relato de una extenista francesa: “Mi entrenador me violaba tres veces al día”
Angélique Cauchy dio su testimonio después de que el coach fuera condenado a 18 años de cárcel por violar a cuatro niñas.
La deportista se sentó en el estrado y contó el calvario que sufrió por parte de Andrew Gueddes. Mientras denunciaba haber sido “violada cerca de 400 veces” en un periodo de dos años, relató cómo era el modus operandi del entrenador: "Primero te halaga haciéndote sentir aparte, luego te degradará soplando calor y frío, y luego se hará totalmente indispensable una vez que te haya aislado. Esta persona se convierte en todo para ti porque no te queda nada más”.
Angélique empezó a jugar al tenis a los seis años y a los 11 años se convirtió en la número dos entre las juveniles de Francia, allí conocío a Geddes.
Las duras declaraciones:
-‘’No teníamos mucho dinero, para mis padres era un alivio que alguien me llevara a los torneos y gestionara mi entrenamiento. Me dejaron con total confianza. Yo soy como tu segundo padre, tú eres como mi hija”.
-“Ocurrió de forma gradual e insidiosa. Empezó viniendo a acostarme por la noche, luego vino a mi cama, me preguntó si podía abrazarme y me dijo que no tenía hijos. Luego fueron las caricias en el estómago, en las nalgas, y luego vino a masturbarse a mi lado”.
-’No teníamos mucho dinero, para mis padres era un alivio que alguien me llevara a los torneos y gestionara mi entrenamiento. Me dejaron con total confianza. Yo soy como tu segundo padre, tú eres como mi hija”.
-“Ocurrió de forma gradual e insidiosa. Empezó viniendo a acostarme por la noche, luego vino a mi cama, me preguntó si podía abrazarme y me dijo que no tenía hijos. Luego fueron las caricias en el estómago, en las nalgas, y luego vino a masturbarse a mi lado”.
-“La primera noche me dijo que fuera a su habitación. Cuando me negué, vino a la mía y fue peor. Me sentí prisionera porque después del incidente tuve que quedarme donde sucedió. Las otras noches fui allí sola, lo cual fue terrible. Pasé los peores 15 días de mi vida’'.
-‘’Si no dije nada en ese momento es porque un día mi padre nos dijo a mi hermana y a mí: ‘Si alguien te hace daño, no voy a esperar. Que se haga justicia, le pondré una bala entre los dos ojos, incluso si eso significa pasar veinte años en la cárcel. No quería correr el riesgo de que mi padre se tomara la justicia por su mano y fuera a prisión”.
-Incluso hoy tengo miedo del abandono, de la autoridad. Pero, sobre todo, Lo que más me impactó fue cuando un día vino a decirme: ‘Tengo sida, eso seguro, te lo conté’. A finales de los 90 era algo que me daba mucho más miedo que ahora, me paralizaba. Viví desde los 13 hasta los 18 años pensando que tenía SIDA. Pero me mintió, solo para destruirme. Quizás fue incluso más destructivo que la violación”.